EL MYTHO se nos presenta como ACONTECIMIENTO, proyecciones mentales de hechos temática, moral y emocionalmente importantes que una vez vividos y apreciados quedan registrados en la memoria colectiva; es MEMORIA COMO SEÑAL -existencia-, MEMORIA COMO SIGNO -presencia- y también, MEMORIA COMO SÍMBOLO -imagen y valor-; la perspectiva del conflicto que viven los personajes -tipos- en el entramado dinámico de relaciones del MYTHO.
El MYTHO condensa, conserva y expresa el conflicto dinámico en la memoria colectiva como singularidad del TIPO, con todo el sentido humano, productivo y jerárquico con que lo construye su comunidad quien lo habita, compone y representa en sus acciones y valores con que actúa.
El TIPO, como sujeto valorado y determinado por la comunidad, tiene su origen y herencia raizal visible en el GENOTIPO/FENOTIPO, condición que lo constituye como modelo originario BIOCULTURAL, Piel Roja, Cherokee, Guahibo, Mhuysca, Chibcha, etc., hoy sobresale como santandereano, caleño, boyacense, sabanero, etc..
El TIPO vive en paradójica contradicción con la comunidad y sus costumbres y tradiciones, es bien notorio este conflicto al ver la juventud, pues ésta, hija de la costumbre y sus valores innova con su forma, sustancia, energía, lenguaje, temperamento y sentido de vida, hace de su conducta una tendencia, un modelo de comportamiento, la juventud vive re-modelando la costumbre en el mundo; de la imaginación o de la realidad descubre o construye la imagen de su ARQUETIPO, y con éste referente vive experiencias y valores construyendo su particular temperamento, su TEMPLE; la juventud se TEMPLA en conflicto cotidiano con la costumbre y en la concreción de sus realizaciones, en esta dinámica se forma la conducta emocional y racional del individuo: TEMPLADO, DISCURSIVO, TEMPERAMENTAL, INESTABLE, ATEMPERADO, RAZONADOR, su TEMPLANZA expresa los dinamizadores de su voluntad: astuto, paciente, Idealista, arriesgado, valeroso, persistente etc., y entre más cerca del ARQUETIPO esté, más diferenciado de la comunidad; mientras su éxito lo convierte en referente, líder, y entra en conflicto de alejamiento con su ARQUETIPO, al que “mata” o muta en ÍDOLO.
Ahora, si trazamos un eje que vaya del FENOTIPO al ARQUETIPO, descubriremos también el enfrentamiento paradójico entre la costumbre, o la tradición, y el Modelo de Vida que imponen las conductas juveniles, o nuevos valores; la experiencia heredada y transformada por el desarrollo de los instrumentos y su correspondiente producción, es también y en un nivel profundo un conflicto biocultural entre las expresiones Feno-Arquetípicas, que construyen la artificialidad del eterno presente, como colectivo viviente; es la dinámica interna de la cultura.
De igual manera, podemos apreciar la profundidad del ser en la persona, individuo particular y específico, que evidencia la estulticia disfrazada de saber, el ESTEREOTIPO, con la fuerza de lo ufano, como su forma expresiva; ESTA ENTRA EN CONFLICTO CON LA CERTEZA DEL PROTOTIPO, hace evidente a la sociedad la deformación estructural de sus valores, quitando velos, DEVELANDO el contenido inmoral de la “feliz” apariencia social, con atavío para el comportamiento UFANO, vivificado en la CARICATURA, en la COMEDIA, en la SÁTIRA, en la FARZA, en la PARODIA, en la IRONÍA.
Descubrimos en este eje, atravesando el anterior, el conflicto entre el ESTEREOTIPO, como modelo expresivo de la ESTULTICIA, evidenciada por la dinámica de lo ufano y el PROTOTIPO, modelo idealizado, mistificado, modelo a alcanzar, paradójicamente inalcanzable, el de la trágica certeza -Apolo quien le predice a Edipo los peores males de la humanidad, matar a su padre y procrear con su madre-.
Y esta estructura nos ha legado generaciones de dioses tenebrosos como Saturno, del fuego, del vino, del placer y la promiscuidad, del mar; titanes y héroes; por la línea femenina diosas del amor como Afrodita, de la vergüenza y el pudor, de la venganza, la ira, la justicia, de la caza, de la alegría, de la creación y reproducción humana, de la tierra, del amor no correspondido (entre los más conocidos), estamos hablando de poderes celestiales.
En la tierra, el guerrero se hace presente como el máximo PROTOTIPO de la humanidad, e impone su ley de apropiación del mundo.
Cuando la posesión de la tierra se hace por espacios apenas necesarios para el cultivo, el vivir o el convivir, el Guerrero por vía de la fuerza y las armas, avasalla, comunas, aldeas, poblaciones enteras; con el lenguaje legitima el despojo y su genocidio, el conquistador es convertido en prototipo; la fuerza domina, la ley somete, la religión sacraliza el poder del guerrero y bendice la dominación; el sometimiento o apropiación de las mentes requiere otra guerra, la guerra entre religiones que es ganada por el monoteísmo que invierte en ella “la tierra prometida”.
El GUERRERO SE HACE REY, dueño y señor del territorio conquistado, sus habitantes, su pensamiento, su fe; la legalización del poder, significa la apropiación de los valores y sus límites, la ley limita la libertad, el comportamiento; así el guerrero conquista, invade, allana, despoja y esclaviza con su ley.
Con el rey y el conquistador también se produce otro prototipo EL HÉROE, defensor de los valores con los que el rey ha determinado la forma de vivir y sus leyes, se hace vigilante moral del régimen.
Paradójicamente el PROTOTIPO ignora las huellas de los demás TIPOS, como ignora que en su relación con ellos se labran los mitos que revelan la lógica de su pensamiento, con la cual proyectan sus memorias representándolos, que revelan la permanencia, desmedro, magnificación o caída de los valores, en cuya unidad dinámica vive el ser humano; así, el MYTHO se hace representación, memoria interpretada, expresada, con la fuerza de sus unidades de acción, en la dinámica del conflicto.
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